Muerte, en tu traje negro,
En tus descarnadas manos,
En tu aroma sepulcral,
Allí reside la dicha
De nuestra justa mortalidad.
Mortalidad cual dueña eres,
Cubres tras tu oscuro manto
Con la hoz que cumples deberes
Por callar el llanto humano.
Deja besar tus pies
Cuales mucho han andado,
Ver tu huesudo rostro
Que en mi mente está marcado.
Muerte, el viento de tu ser,
La sombra de tu labor,
Tu rara forma de querer,
Allí reside una vida
Que en ti se llama muerte.
Aquella penumbra de tu justicia,
Alabada seas, muerte gloriosa!
Oscuros huesos y corazón lila,
No nos olvides, muerte piadosa!
Siente estas lágrimas
E himnos llevados con devoción.
Siente los coros triunfales
Al cruzar el portal de tu morada.
Permite que sienta cerca
El placer de tu aura helada.